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Cristina Losada

Información, opinión, ¡maldición!

Ese rasgarse las vestiduras por la coyunda entre la información y la opinión es un blablablá para encubrir la cólera contra la prensa desafecta.

Hace una semana, el ministro de Justicia se erigía en ministro de Información ¿y Turismo? para exigir que la prensa distinguiera nítidamente entre opinión e información. Lo decía quien ha hecho gala de ejercer su profesión de fiscal desde el posicionamiento ideológico –esa "izquierda" radical de los hijos de falangistas–, una actitud que ha de contaminar su actuación no ya de opiniones, sino de prejuicios. No obstante, desde entonces, me ha dado por considerar a la luz de esa dicotomía, ciertos eventos consuetudinarios, como decían en La Codorniz, que acontecen en la rúa política.

Así, hemos sabido por el director de El Mundo que cuando Zapatero aseguró que había terroristas suicidas en los trenes del 11-M, lo consideraba una información, pues el dato se lo había proporcionado gente que "tenemos dentro". He aquí dos informaciones. Una que resultó falsa: la de los suicidas. Y otra que parece verdadera: "tenemos gente dentro". La cuestión es por qué esa "gente" le filtró el cuento de los tres pares de calzoncillos. Pero siendo eso importante para esclarecer lo ocurrido entre el 11-M y el 14-M, e incluso antes, no tiene menos relevancia que en el aparato policial o de Interior hubiera individuos que actuaban como "topos" del PSOE. Por si alguien dudaba de que las cloacas del Estado son de partido. No contento con esos infiltrados, ZP andaba en tratos con los de Kerry en la Casa Blanca. Serían los mismos que le hicieron apostar por el triunfo del candidato derrotado.

Luego, hemos tenido conocimiento por un resumen del libro de Javier Valenzuela, Viajando con ZP, que, me temo, no será tan entretenido como los Viajes con mi tía de Graham Greene, que el presidente pone como ejemplo de la interrelación entre la política nacional y la internacional que ganara las elecciones con temas como la guerra de Irak y el terrorismo islamista. He ahí una opinión de Zapatero, cuyo interés radica en que reconoce en privado lo que no soporta que se diga en público: que ganó por el 11-M. Lo demás es paja... mental. La guerra contra Sadam no castigó al PP en las municipales y autonómicas de mayo de 2003. Después, el noalaguerra si la hacen los USA, bajó el diapasón. Sin el 11-M y la operación de manipulación de aquellos tres días, "topos" incluidos, la campaña sobre Irak no le habría dado a ZP sus frutos.

Podríamos seguir con el artefacto del "proceso de paz", montado todo él de cara al público sobre informaciones deficientes, falsas o erróneas. ¿O eran opiniones? ¿Habrá que llamar a Bermejo para que distinga las unas de las otras? No sabrá hacerlo. Ese rasgarse las vestiduras por la coyunda entre la información y la opinión es un blablablá para encubrir la cólera contra la prensa desafecta. Ya están pergeñando una nueva versión del "sindicato del crimen". Felipe González recurrió a la conspiración mediática para culpar a otros de su caída y sus alevines siguen sus pasos. Pero no sólo le siguen en eso: en todo. Bermejo y otros condenan en público el revoltijo de opinión e información, pero lo que se dicen en privado se parecerá más a esto: "¿Has visto esa p... información? ¿Cómo pueden tolerarse esas j... opiniones?" Y la dicotomía que manejan es: o los hundimos o los cerramos. Hay que envolverlo en papel albal, aunque algunos, más sueltos, ya hayan pedido a las claras el cierre de aquel periódico o de esa emisora. Si por el CAC fuera, todos muertos.

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